sábado, agosto 26, 2006

Ruiz de Lopera

No había más remedio que enterarse, viene en toda la prensa. El dueño del Betis, no se le puede llamar de otra manera, ha hecho una serie de maniobras con el futbolista Joaquín. Lo cedió al Albacete, obligándolo a ir a esa ciudad; luego ordenó al entrenador del Betis que lo convocara, precisamente para jugar contra el Valencia, equipo que lo ha fichado; después, exige que el padre del presidente del Valencia avale la operación del traspaso. O sea, ha llevado a cabo un intento tras otro de humillar al prójimo, innecesaria y gratuitamente, aunque por el camino resulte malparado también el entrenador de su propio equipo.
Dejando aparte que la cantidad desorbitada de dinero que, al parecer, ha pagado el Valencia (que acaso propicie luego alguna recalificación no deseable para la ciudad de la que toma el nombre y en la que resido), si saco este asunto a colación es porque supongo que el señor Ruiz de Lopera, que de señor demuestra tener muy poco, es empresario. Y si lo es y su empresa, o sus empresas, tienen trabajadores, el asunto me parece, cuanto menos, espeluznante. Si con Joaquín, que es un futbolista muy famoso y quizá querido, y con Juan Soler, que es sumamente rico y poderoso, se ha comportado de esa manera, ¿cómo hará con sus trabajadores más humildes? ¿Qué freno se le podrá poner cada vez que sienta el impulso de humillar a algún subordinado?
No me cabe ninguna duda de que debe de tener muchos amigos y de que la sociedad en la que se mueve no le tendrá en cuenta sus disparates, como tampoco se los tenían en cuenta a Jesús Gil, pongamos por caso. ¿Cuántos de los amigos de éste se avergüenzan ahora? ¿Cuántos de los que lo defendieron y apoyaron se han disculpado por ello? Bendito mundo, este.


Miquel Navarro

Audiencias televisivas

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