martes, agosto 08, 2006

Las tradiciones

Nos empeñamos en conservar tradiciones que a menudo han dejado de tener sentido. De pronto un accidente viene a abrirnos los ojos. Ocurrió en uno de los habituales castillos humanos que se montan en Cataluña. Quizá en algún momento de la historia fue comprensible que los pueblos tratarán hacer eso castillos y de hacerlos muy altos, acaso más altos que los de los demás pueblos. Hoy tenemos motivos más que suficientes para comprender que ese tipo de disputas o proezas no son lógicos. Los defensores de estos castillos humanos pueden alegar que fomenta el trabajo en equipo y la confianza en los demás. La primera respuesta es que se corren demasiados e innecesarios riesgos. La segunda, que la vida ofrece otros modos de fomentar esas cualidades. Es mal asunto mirar hacia atrás para afirmar algo. Cuando se husmea en el pasado debe ser para extraer alguna enseñanza de las experiencias. Pero en orden a dilucidar la conveniencia de la conservación o eliminación de algún vestigio hay que fijar la vista en el mañana. Si sirve, se conserva. Tal vez, a algunos catalanes les ofenda que desde fuera de Cataluña se opine sobre sus tradiciones y sus costumbres. Pero ya se sabe que lo humano es cuestión de todos.

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