martes, agosto 29, 2006

La profesión más bella

Yo creo, modestamente, que las verdaderas revoluciones vienen de la mano de la educación. Cuanta más gente haya convencida de la bondad de la justicia, más justo será el mundo. Cuanto mayor sea el número de quienes se horrorizan por la corrupción, menor será el nivel de ésta. Fácil es deducir, por tanto, que considero que la profesión más importante y más hermosa es la de maestro. Ahí es nada, transmitir a los alumnos aquellas virtudes que harán que la vida sea mejor y no sólo explicar la teoría, sino también la aplicación práctica, con el propio comportamiento del maestro en la clase y su relación con los alumnos. No me extraña que haya quien se tome la enseñanza con esta pasión. Hubo, en su día, un personaje que dijo que en su etapa estudiantil no le gustaban nada las Ciencias Naturales, pero que si hubiera tenido un profesor como Félix Rodríguez de la Fuente, no se hubiera dedicado a otra cosa.
Pero algo debe de fallar cuando 16000 de los 50000 profesores valencianos sufrieron una baja médica durante curso pasado. Ente los motivos de las bajas, no faltaron los problemas mentales. Ante esta situación cabe hacerse algunas preguntas. ¿Qué esperan los padres de los maestros de sus hijos? ¿Cómo apoyan su labor? ¿Cómo organizan las autoridades los planes de estudios? ¿Qué esperan de los maestros y qué les exigen? Deberíamos darnos cuenta de que es en el campo de la enseñanza en donde más nos jugamos. Es en el que más deberían esforzarse los políticos en lograr puntos de encuentro y en el que deberían estar más dispuestos a ceder, siempre que fuera posible y con la mirada puesta en los intereses de los alumnos.

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