viernes, agosto 18, 2006

Huelga de hambre

De Juana Chaos es un fulano acostumbrado a matar gente al que ha dado por iniciar una huelga de hambre. No es difícil imaginar lo que hubiera hecho él en el caso de que alguna de sus víctimas, en el caso de que las tuviera secuestradas, hubiera adoptado la misma actitud. Los que ha matado ya no comen. Las leyes españolas son tan ñoñas que a lo mejor hasta le ponen médicos a controlar su salud. Situarle un bocadillo a medio metro de distancia resultaría más barato. Los obispos que corrieron a prestarse como mediadores en eso que llaman proceso de paz podrían explicarle a este etarra que dejar de comer, aunque sea para siempre, es, en todo caso, menos pecado que matar. Y que sumar su propia muerte a las que ya lleva contabilizadas no puede empeorar su condición. El único problema que ofrece morir antes, en este caso, es que acorta el plazo para arrepentirse. Pero lo que evidencian los etarras, juntos o por separado, es que es totalmente imposible que se arrepientan. Y por otro lado, no me extrañaría que este De Juana ya tuviera pensado montar unas cuantas cristalerías, o algo similar, en lugares estratégicos para él, para el caso de que consiga lo que quiere con su huelga, que es salir a la calle. Y tampo sería raro que hubiera Bancos dispuestos a financiarle las compras de los locales.
Otros etarras amenazan y eso, y no el arrepentimiento, es lo propio de ellos. ETA es una amenaza constante y el hecho de que logren asustarnos es un éxito para ellos. Ojalá hubiera más etarras, sobre todo si están fuera de las cárceles, en huelga de hambre.



Benedicto XVI, en Valencia

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