La especialidad de Cristina Narbona es echar la culpa de todo al PP y proponer soluciones estrambóticas cuando tiene que resolver algo. Ahora pretende que los funcionarios de los ministerios no vayan cada uno con su coche, sino que quiere que los vehículos sean compartidos. Es así como demuestra que le pagan por pensar. Lo cierto es que los automóviles contaminan mucho y va siendo hora de pensar en reducir la emisión de gases. Quizá una buena medida podría consistir en que circular por las ciudades dejara de ser tan cómodo para los automovilistas, que suelen encontrarse todos los semáforos en verde. Bastaría con bajar las bicicletas de las aceras y hacerlas circular por las calzadas, su lugar natural, y obligar a los vehículos motorizados a respetarlas y a guardar las distancias reglamentarias, que deberían ser las mismas que en carretera. También sería conveniente que los carriles bici y bus estuvieran siempre despejados. Estas medidas harían que muchos optaran por dejar sus coches en los garajes y optaran por ir en autobús o por comprarse una bicicleta. También habría que acostumbrar a la gente a utilizar el transporte público para ir al supermercado, teniendo en cuenta que lo que paga por hacer que luego le lleven la compra a casa es lo que se ahorra en gasolina. Eso en lo que respecta a la contaminación. En cuanto al agua, cuestión en la que la ministra pone especial empeño, ya sabemos que si no llueve pronto la culpa la tendrá el PP.
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