viernes, agosto 11, 2006

Arzalluz

El inefable Arzalluz admite, con la misma frescura con la que dijo aquello de que alguien tiene que varear el árbol para que otros recojan las nueces, que el PNV pedía dinero a las firmas que licitaban en concursos públicos. Inducir al egoismo es una fuente generadora de votos, como saben muy bien los políticos de todos los pelajes, sobre todo si el discurso se adorna convenientemente con sesudos estudios y se pronuncia con gesto severo y ademán convincente.
Pero si el egoísmo puede ser bueno a corto plazo, y no siempre, a la larga siempre tiene efectos desastrosos para todos. Inducir al egoísmo es la especialidad de Arzalluz. Ocurre que si a los estadistas tienen en cuenta todas las posibilidades y miden las consecuencias de sus actos, los politicastros sólo tienen en cuenta el tiempo en que prevén que estarán en el poder.
Con respecto a la financiación de los partidos políticos, todos estamos de acuerdo en que dar dinero a cualquiera de ellos para su campaña política es como dárselo a un niño para que se compre un tambor. Para el ciudadano normal el tiempo electoral resulta más molesto que una gripe, al verse obligado a soportar la continua murga propagandística a través de los medios, a la que casi nadie atiende, y a la invasión de los buzones. ¡Cuántos árboles talados para nada!
Que encima estas campañas se financien ilegalmente pone de manifiesto la banalidad e incoherencia de quienes actúan de este modo. Porque quienes quebrantan las leyes son quienes las hacen.

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