jueves, agosto 03, 2006

El diálogo y los catalanes

Siguen con atención en Cataluña el diálogo del gobierno con ETA. Creo que en Cataluña las cosas relacionadas con ETA no se ven igual que en el resto de España y quizá es así porque las enmarcan en la cuestión autonómica o nacionalista. En realidad, los asuntos etarras sólo se pueden enmarcar dentro del negocio criminal. Resulta curioso comprobar la fuerza que ha tomado el nacionalismo en Cataluña. Hablan de la España eterna. Pero España no puede ser eterna porque tuvo un principio, igual que Cataluña. Y lo que tiene un principio tiene un final. Lo que ocurre es que los nacionalistas catalanes necesitan a España. Si Cataluña se independizara, los partidos nacionalistas catalanes tendrían que disolverse. Nacerían los nacionalistas de Tarragona, de Lérida, etc. En el caso de que un rapto de cordura se formara la Unión Europea y desaparecieran los estados, los desafíos que tendrían ante sí los nacionalistas catalanes serían tan grandes que ni se los plantearían.
Convendría pues separar el nauseabundo diálogo con los asesinos de las cuestiones puramente nacionalistas, por mucho que a Arzalluz, ese prodigio de insensibilidad, irresponsabilidad e insolidaridad le moleste.
Por otra parte, he echado de menos en el artículo alguna alusión a los obispos que, más que pedir, exigen que se trate con los etarras.
El mundo, hoy en día, demanda que la precocupación se centre en la humanidad. Hay una gran corriente inmigratoria en todo el mundo. Hay problemas gravísimos en Oriente Medio y en muchos otros sitios. Gastar nuestras fuerzas en localismos, en lugar de tratar de perfeccionar nuestros modos de vida y exportarlos o ayudar a otros a que accedan a ellos, es sumamente irresponsable.

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