Un numeroso grupo de occidentales, con el apoyo de los más poderosos países del mundo, obtiene un territorio en el que asienta una nación. Nace el Estado de Israel, que se constituye en una democracia moderna y modélica. Aplican sus conocimientos y costumbres y lo que era un desierto se convierte en vergel. En los países de su entorno, reinan la miseria y el retraso cultural. Pero ésta no es la única causa por la que Israel es odiado por su entorno. En realidad, no es la causa oficial por la que Israel vive permanentemente enfrentado con los países que le rodean. Lo que ocurre es que no se puede vivir de espaldas a los demás y los avances técnicos que han dado lugar a que se hable de la aldea global no hacen más que corroborar este aserto.
Mala religión será la del Estado de Israel si permite que los israelíes vivan con indiferencia las penosas condiciones en que se desenvuelven sus vecinos. Sería un error pensar que pueden defender indefinidamente su posición por las armas. Más sensato sería emprender la senda de la colaboración y la buena convivencia. Será difícil, pero habíamos quedado en que a los israelíes les agradan los retos.
El atraco
Benedicto XVI, en Valencia
'Bésame mucho'
También en Periodista Digital
Mala religión será la del Estado de Israel si permite que los israelíes vivan con indiferencia las penosas condiciones en que se desenvuelven sus vecinos. Sería un error pensar que pueden defender indefinidamente su posición por las armas. Más sensato sería emprender la senda de la colaboración y la buena convivencia. Será difícil, pero habíamos quedado en que a los israelíes les agradan los retos.
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