domingo, septiembre 24, 2006

La huelga y la conciencia

Hay un etarra en huelga hambre. Tan firmes son sus convicciones que lleva ya más de cuarenta días persistiendo en sus propósitos. Esto debería servir de aviso para aquellos que dicen yo tengo la conciencia tranquila y con ello dan por zanjada la cuestión. Pues también tiene tranquila la conciencia este fulano, cuyo nombre no viene al caso, que ha matado a bastante gente mediante los métodos que les son propios a los "valientes" gudaris etarras. No se trata de debatir ahora sobre el valor y ni siquiera sobre el candor de esta criatura. Por supuesto que resulta triste que no comenzara su huelga de hambre antes de matar a nadie y la llevara a cabo en lugares en donde el para él odioso estado español no pudiera acudir en su ayuda obligándole a alimentarse. Puestos a elegir entre las vidas de personas inocentes y la de un vulgar asesino, más vale que muera éste.
Este pobre chico, que acaso esté muy satisfecho de sus azañas corre un peligro mucho más grave que el de la muerte. Si por un asomo diera con algo similar al Aleph, supongamos que va montado en un burro autóctono y de pronto se cae y a su imaginación le da por pensar en las vidas de sus víctimas, junto con sus familias, y lo que hubieran sido sin sus "intervenciones" y lo que han venido a ser gracias a su "ayuda", es probable que no quisiera montar en burro nunca jamás en su vida y quizá recurriera a métodos más drásticos que la huelga de hambre. Los seres humanos tenemos métodos para adormecer la conciencia, a veces muy sofisticados y a prueba de todo. El peligro de que alguien malvado se percate de su maldad, en términos generales, no pasa de ser teórico.


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