Luchar por la justicia, creer en ella y anhelarla, es dignificar al género humano. Por ello, cuando en medio de muchas noticias desalentadores, uno lee que un guardia civil se ha empeñado en descubrir la verdad de un caso, no puede sino sentir alegría. Es cierto que mucha gente prefiere sacar ventaja siempre que puede y trata de usar las leyes en su beneficio, interpretándolas retorcidamente si hay posibilidad. Ante esos comportamientos sólo cabe pensar en que si todos hiciéramos igual no se podría vivir.
Resulta grata la noticia de que un guardia civil ha logrado con su celo que se excarcele a un preso, que pasó injustamente quince años en la cárcel. Pero hubiera resultado más tranquilizador si hubiera sido el propio sistema judicial quien hubiera encontrado y reparado el error.
Ahora nos encontramos con un hombre que ha pasado un tiempo en la cárcel, de modo probablemente injusto, con lo que su vida ha quedado totalmente destrozada y quizá no la logre recomponer nunca jamás. Por lo que se lee en la prensa, la justicia no se plantea indemnizarle y ya puede darse con un canto en los dientes si logra una pensión de desempleo.
Es cierto que hacer justicia es muy difícil y que los errores son inevitables. Por lo mismo, los responsables deberían tener muy presente el gran daño que pueden conllevar esos errores. Sólo pensarlo, horroriza. Cuando hablo de responsables me refiero sobre todo a quienes promulgan las leyes. Quizá amar a la justicia consista también en dotarla de medios suficientes.
El asilo de Benissa
El valor de la palabra dada
'Bésame mucho'
Resulta grata la noticia de que un guardia civil ha logrado con su celo que se excarcele a un preso, que pasó injustamente quince años en la cárcel. Pero hubiera resultado más tranquilizador si hubiera sido el propio sistema judicial quien hubiera encontrado y reparado el error.
Ahora nos encontramos con un hombre que ha pasado un tiempo en la cárcel, de modo probablemente injusto, con lo que su vida ha quedado totalmente destrozada y quizá no la logre recomponer nunca jamás. Por lo que se lee en la prensa, la justicia no se plantea indemnizarle y ya puede darse con un canto en los dientes si logra una pensión de desempleo.
Es cierto que hacer justicia es muy difícil y que los errores son inevitables. Por lo mismo, los responsables deberían tener muy presente el gran daño que pueden conllevar esos errores. Sólo pensarlo, horroriza. Cuando hablo de responsables me refiero sobre todo a quienes promulgan las leyes. Quizá amar a la justicia consista también en dotarla de medios suficientes.
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