En la puerta de una de las dependencias del ambulatorio de la Seguridad Social en la que tengo mi médico perduran dos pegatinas. En la primera hay dos leyendas, una en catalán y la otra en árabe. La primera reza: Aturem la guerra. Supongo que la que va en árabe dirá lo mismo. Los idiomas oficiales de la Comunidad Valenciana son valenciano y castellano. La otra pegatina va en castellano y la consigna que contiene es No a la guerra.
A nadie se le escapa que estos mensajes, aparentemente loables, esconden una indudable belicosidad hacia el PP. Su intencionalidad no es la de promover algo tan bello como la paz, sino la de intentar cambiar el sentido del voto en los más influenciables y, más claramente, la de ofender a los simpatizantes del PP. He aquí el egoísmo de Aznar, que se empeñó en ir a Iraq, quizá para su propio beneficio, sin importarle lo que el PP y sus simpatizantes tendrían que tragar después por ello.
La cuestión es que aunque los funcionarios que trabajan en la casa tienden a considerarla suya y a ver a los pacientes como visitantes ocasionales, al final quienes pagan todo, el local en el que está el ambulatorio y los sueldos de los funcionarios, son precisamente los pacientes. Y entre ellos hay votantes fijos de todos los partidos, indecisos, abstinentes e incluso quienes logran que su voto sea nulo todas las veces. Lo correcto sería que quienes hayan puesto esas pegatinas se las colocaran en sus propios ropajes o en los balcones de sus casas. De este modo se conseguiría también que los votantes del PP que lo desearan supieran a quién maldecir.
El asilo de Benissa
Victoria pírrica
¿Está bien dicho ‘más mayor’?
A nadie se le escapa que estos mensajes, aparentemente loables, esconden una indudable belicosidad hacia el PP. Su intencionalidad no es la de promover algo tan bello como la paz, sino la de intentar cambiar el sentido del voto en los más influenciables y, más claramente, la de ofender a los simpatizantes del PP. He aquí el egoísmo de Aznar, que se empeñó en ir a Iraq, quizá para su propio beneficio, sin importarle lo que el PP y sus simpatizantes tendrían que tragar después por ello.
La cuestión es que aunque los funcionarios que trabajan en la casa tienden a considerarla suya y a ver a los pacientes como visitantes ocasionales, al final quienes pagan todo, el local en el que está el ambulatorio y los sueldos de los funcionarios, son precisamente los pacientes. Y entre ellos hay votantes fijos de todos los partidos, indecisos, abstinentes e incluso quienes logran que su voto sea nulo todas las veces. Lo correcto sería que quienes hayan puesto esas pegatinas se las colocaran en sus propios ropajes o en los balcones de sus casas. De este modo se conseguiría también que los votantes del PP que lo desearan supieran a quién maldecir.
El asilo de Benissa
Victoria pírrica
¿Está bien dicho ‘más mayor’?
1 comentario:
gracias a Dios por intiresny
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