domingo, octubre 22, 2006

Haciendo crecer el odio

De todos es sabido que un pintor, un escritor o un músico mediocre es aquél que no ha logrado alcanzar la excelencia que hubiera deseado. Pero a nadie se le tiene en cuenta esta mediocridad si no se da más ínfulas de las normales. La cosa cambia cuando se refiere a la mediocridad como persona, puesto que entonces se trata de alguien que no tiene coraje para enfrentarse a la vida con dignidad. Hay muchos que sin destacar en nada, ni tampoco tener pretensiones en este sentido, no le pierden la cara a la realidad cotidiana.
Para reconocer a un mediocre basta con fijarse en su disposición para el odio. Esa mala inclinación humana es la que saben pulsar muchos políticos y conductores de masas. El odio al diferente lo fomentan los políticos nacionalistas y los líderes religiosos a los que les va bien el fanatismo. Es el odio que ha servido de excusa a los psicópatas etarras para cometer tantos desmanes y a sus psicópatas protectores para no condenarlos. Es el odio el que genera tantas agresiones a los políticos que pretenden celebrar los actos a los que tienen derecho. Los políticos deberían darse cuenta de que todo lo que no se haga buscando el beneficio de la humanidad, sino el de un grupo humano concreto y en contra de otros grupos humanos, a la larga acaba volviéndose en contra de los pretendidos beneficiarios primeros. Conviene ir aprendiendo que la patria de todos es la humanidad. Deberíamos negarnos a odiar. Deberíamos obligar a los políticos a forzar su imaginación para ofrecer soluciones, en lugar de utilizar el odio como recurso fácil para captar votos.



El estrés de la madre puede retrasar el crecimiento del bebé en el útero

Sandrine Erdely-Sayo

`Doña Jimena´

1 comentario:

María Paz Díaz dijo...

Creo que hay quien no sabe amar sin odiar lo que no ama, y no había pensado que fuera por mediocridad, sino por ignorancia del verdadero amor, aunque tal vez tienes razón.