miércoles, octubre 18, 2006

Fantasmas

Tuve conocimiento de que una persona que vivía una situación injusta, de la que era imposible salir por sus propios medios, reclamó la ayuda de personajes que podían ofrecérsela y no sólo éso, sino que, por los puestos que ocupaban y por los discursos que emitían, estaban moralmente obligados a socorrerle. Sin embargo, tuvo que ver cómo uno tras otro le fueron volviendo la espalda, o algo peor. Ante estas respuestas, él pensó que ayudarle hubiera supuesto para ellos tener que hacer un esfuerzo que, aunque pequeño, no les beneficiaría en nada pues quien saldría ganando sería otro. Eso de la satisfacción que se siente por realizar buenas obras para algunos es un mito. Y acaso también existía el riesgo de que el causante de la injusticia fuera algún personaje poderoso, que podría molestarse si se socorría a su víctima.
Y es que la solidaridad selectiva se lleva mucho, incluso por parte de quienes deberían saber que cuando alguien es solidario lo es en todo momento y cuando no es así, no se puede hablar de solidaridad, sino de otra cosa diferente y que quizá no tenga nada que ver con ella.
Está claro pues que hay personas a las que si se les quita uniforme figurado con el que se desenvuelven en sociedad y se les cierra su pico de oro se quedan en nada. La solemnidad con la que a menudo se manifiestan resultaría ridícula en este caso. Por las ciudades transita un variopinto número de fantasmas.


Sinarcas, sin misa

A por, secuencia innecesaria

'Hablar con corrección'

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