Cuando alguien se refiere a la violencia blavera manifiesta con ello su intención de ofender a determinado grupo de personas, que profesan ciertas ideas que no son de su agrado. Suele advertírsele una innegable delectación, una intención de doblegar al contrario, una despreocupada apuesta por la mentira. Porque ni todos los blaveros son violentos, ni se les puede reprochar a todos los catalanistas la reiterada invitación al odio que es la cantinela de que el mal ve d'Almansa, ni los grandes destrozos que suelen hacer en Valencia cada 25 de abril y también en otras fechas menos señaladas. Quienes hablan de la violencia blavera, a menudo, suelen ser personas cultas, pero esa intolerancia manifiesta hacia quien no piensa igual, ese deseo de hacerle desistir de sus convicciones, de hacerle cambiar el camino que ha elegido libremente por otro impuesto, viene a indicar que todavía queda algo de su persona por desbravar, aún precisa profundizar más sus conocimientos democráticos, su capacidad de respeto al prójimo.
Quienes somos denominados despectivamente blaveros tenemos tantos derechos como puedan tener los catalanistas y entre esos derechos está el de elegir lo más conveniente para nuestro idioma, en el que los grandes autores del Siglo de Oro valenciano decían escribir, y tenemos derecho a elegir nuestros símbolos y, aunque no venga a cuento, tampoco está de más decir que la Senyera gana elegancia con el azul. Nuestra Senyera es bella. Por lo general, no nos gusta la violencia, ni física ni moral. Yo, por ejemplo, acepto que otros opinen lo contrario que yo con respecto al valenciano, sólo exijo reciprocidad.
La llave de oro
Los pergaminos cátaros
Efectos especiales
También en Periodista Digital
Quienes somos denominados despectivamente blaveros tenemos tantos derechos como puedan tener los catalanistas y entre esos derechos está el de elegir lo más conveniente para nuestro idioma, en el que los grandes autores del Siglo de Oro valenciano decían escribir, y tenemos derecho a elegir nuestros símbolos y, aunque no venga a cuento, tampoco está de más decir que la Senyera gana elegancia con el azul. Nuestra Senyera es bella. Por lo general, no nos gusta la violencia, ni física ni moral. Yo, por ejemplo, acepto que otros opinen lo contrario que yo con respecto al valenciano, sólo exijo reciprocidad.
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1 comentario:
No puc estar més d´acort.
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