Bien pudiera ser que lo que con tanto ahínco ha buscado, sin conseguirlo, la brutalidad etarra, es decir el endurecimiento de las penas de cárcel para los criminales atroces, va a obligar a hacerlo la delincuencia organizada que asalta chalets, aunque ésta todavía está muy lejos de haber hecho tanto daño como ETA.
La blandura de las cárceles españolas, y aún se quejan los etarras, con la redención de penas, los permisos, etc., es una golosina para las bandas internacionales, que acuden a estos lares más atraidos por ellas que por el sol.
Parece ser que es en la Comunidad Valenciana en donde más asaltos a chalets ocurren. Ni ayuntamientos, no ocupantes de chalets, ni por supuesto la Generalidad Valenciana y el gobierno de España habían previsto lo que podría ocurrir. Las empresas de seguridad han aumentado su negocio, entre otras cosas, instalando habitaciones del pánico o de fortuna, que de ambos modos las he visto denominadas. Se habla de que en algunas poblaciones están organizando patrullas de vigilancia.
Suponer que este estado de cosas se terminará puede ser ingenuo. Conviene hacer los planteamiientos sobre la base de que este tipo de delincuencia va a ir en aumento. Que los delincuentes de otros países que planeen venir a España sepan que aquí se van a encontrar con la cadena perpetua, podría servir como elemento disuasorio.
Hay criminales tan horrendos como los de ETA y otros similares que no deberían tener acceso a los beneficios penitenciarios.
Siempre, y en casos extraordinarios y justificados, se podría recurrir al indulto.
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