domingo, mayo 14, 2006

La lección de Alba

Ha tenido que ser el Defensor del Pueblo catalán quien tome cartas en el asunto. Antes de ello, tuvieron que intervenir dos juzgados, tres cuerpos policiales y tres administraciones públicas. Ángel Expósito trata de sonrojarnos con su artículo sobre el asunto. Quizá lo consiga, pero su efecto será momentáneo. Puedo dar fe de que el relato de casos más o menos similares no provoca ninguna reacción en el auditorio. ¿Se atreverá la gente a mirar a los ojos de Alba? Sin duda. Se puede aventurar, con bastantes posibilidades de acertar, que el futuro de la niña es dramático. Será milagroso que alguien se preocupe verdaderamente por ella. Es más frecuente que tratemos de lavar nuestra propia conciencia que nos interesemos por el dolor de la niña. Yo podría poner otros ejemplos de otros grupos humanos cuyo dolor no se tiene en cuenta, sólo se mira la ortodoxia teórica, pero entonces se me acusaría de aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid. Pero todo acaba siendo lo mismo. No hay excesivo interés por el ser humano. Vemos en la tv imágenes de niños hambrientos y comprobamos aliviados nuestra capacidad para conmovernos. ¿Nos conmovemos también con quien tenemos al lado? ¿Nos hemos lanzado en busca de todas las Albas que puedan haber en España? Porque es ingenuo pensar que se trata de un caso único.

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