lunes, julio 10, 2006

Sebastián (Banco de los Pobres)

Hacía tiempo que no me encontraba con Sebastían. Hay temporadas en las que vaya por donde vaya, me lo encuentro. Cuando ocurre eso pienso que Valencia no es tan grande como nos empeñamos en creer. Pero también sucede que puede pasar mucho tiempo sin que lo vea. El sábado pasado me lo encontré sacando dinero de un cajero distinto del habitual. De modo que ya tenía motivo de conversación. Sí que había cambiado de Banco. Después de muchos años de ser cliente del mismo sitio y conocer a todos, sucesivos y cambiantes empleados y clientes habituales, llegó un día en que el nuevo director le dijo algo inadecuado. Canceló la cuenta y la abrió en otra Entidad. No era el único, otros pensionistas también habían sufrido lo mismo y tomado la misma decisión. Sebastián, pues, como se deduce de lo anterior, es pensionista y de los que cobran poco. Como las desgracias nunca vienen solas, es de los que siempre está necesitando anticipos, por lo que da mucho trabajo al Banco y pocos beneficios. Las comisiones que le cobran, sin perdonarle ninguna, no constituyen aliciente bastante.
En los Bancos cada vez hay menos empleados y éstos cada vez han de estar más tiempo en la oficina. Como consecuencia, no pueden atender a todos con la misma cortesía.
Una de las máximas de hoy es que el Estado debe atender a todas las cosas a las que no llega la iniciativa privada. Aquí hay una necesidad imperiosa de que los pensionistas más desfavorecidos y los pobres en general dispongan de un Banco que no les cobre comisiones y que cuando necesiten un préstamo lo puedan obtener en las mismas condiciones, en cuanto a intereses y demás gastos, que los ricos. El Estado debería crear el Banco de los Pobres.


Miquel Navarro

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