No cabe duda de que a Maragall, le gusta sorprender. Esta puede ser una de las claves por las que ha elegido la fecha del 1 de noviembre para las elecciones autonómicas catalanas, pero pueden haber otros motivos. Quizá todavía anda dando vueltas a los motivos por los que la participación en el referendo del estatut fuera tan baja. Y puede que opine que fue una soberana injusticia popular que la gente no acudiera en masa a votar. Aparte de que no se les puede ocurrir a muchos que las elecciones no se celebren en domingo sino en otro día de la semana, el día 1 de noviembre es una fecha en la que la gente no se va de la ciudad, puesto que se queda para visitar a sus difuntos, de modo que les resultará fácil acercarse al colegio electoral a votar. Por otro lado, ese día, al recordar a sus antepasados, la gente suele pensar más en sus raíces, en el pasado, en las costumbres antiguas. Volcado el pensamiento general en la nostalgia es posible que ese día muchos olviden el futuro, en el que, sin duda, no tienen cabida los nacionalismos, puesto que no habrá más remedio que volver a considerar la solidaridad como un valor necesario para la vida humana. Vienen tiempos en los que se impondrá quitar fronteras, en lugar de crear otras nuevas.
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