sábado, julio 01, 2006

La Vuelta Ciclista a Francia

La dirección de la Vuelta Ciclista a Francia ha tomado medidas drásticas, como no podía ser de otro modo. Se trata de la carrera más importante del año, la que todos sueñan con ganar y que para conseguir ese sueño muchos pactarían con el diablo. O pactan. Era necesario dar un mensaje claro de repudio a las drogas. Es sabido que en este campo, como en otros muchos, los tramposos van por delante de los sistemas de control, por lo que a menudo quedan impunes.
Pero el ciclismo debe sobreponerse a esta catástrofe. Bahamontes pudo ganar la Vuelta a Francia sin consumir drogas y la prueba está en que logró llegar a la vejez con normalidad. Probablemente, en su tiempo ya existía el dopaje. Recuerdo que los corresponsales contaban que un ciclista había trasnochado hasta las tantas y al día siguiente había ganado la etapa. Creo que el autor de ese tipo de hazañas murió joven. No sé si tendría algo que ver, pero son muchos los ciclistas que mueren a edades tempranas. También contaban los cronistas que determinado ciclista iba por detrás de Bahamontes en una etapa, no habían visto que le pasara y la terminó por delante. Entonces no habían cámaras de televisión siguiendo la prueba, ni similares. También los ciclistas corrían en condiciones más extremas, teóricamente. De modo que quizá el endurecimiento de las carreras no tenga que ver exclusivamente con su trazado, sino con el consumo masivo de drogas. Aunque hace años que no lo sigo, puedo decir que el ciclismo es muy bello y convendría salvarlo. Pero si no puede ser, si no hay modo de impedir que los corredores se envenen, mejor suprimirlo. Hacer carreras de aficionados, sin publicidad y sin grandes sueldos, podría servir como sustitutivo. Y como ejemplo para los demás deportes.



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