Según una noticia que publicó ayer el diario El País, el doctor Eufemiano Fuentes dijo textualmente:
el deporte de alta competición exige unos esfuerzos que desbordan la fisiología del organismo y es el que daña la salud. El deporte profesional no es sano (...). Hay que recurrir a los medicamentos para recuperar una serie de daños y la EPO es una de ellas
Y esta afirmación, siendo grave, lo sería más si fuera cierta. ¿Hasta qué punto se han dejado correr las cosas para que lleguen a estos extremos? Todos exigimos más y más a nuestros héroes, que quizá para no decepcionarnos recurren a lo que sea necesario. Hoy en día existen modos y maneras para saber cuando se sobrepasan los límites humanos, sobre todo si se hace masivamente. Porque es normal que de vez en cuando surja alguien con cualidades portentosas. Pero cuando son muchos los que desarrollan prestaciones superiores a lo que puede ser considerado lógico, habría que echar algún tipo de freno.
Y quizá sería hora de darnos cuenta de que el culto a la potencia física ha llegado demasiado lejos. Es muy difícil dejar de prestar atención a estas cosas o poner menos énfasis en ello, pero por el camino que vamos el resultado al que se llega es desastroso.
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