Supongo que a Ortega y Gasset le gustará, allá en donde esté, que tengan en cuenta sus opiniones. De ello, además, salimos ganando todos, dada su gran sabiduría, que no vamos a descubrir ahora. Pero imagino también que no le haría la misma ilusión pensar que sus criterios pudieran ser tenidos por dogmas.
Menuda responsabilidad saber que si se equivoca en algo, arrastrará con ello a buen número de gentes. Cuesta mucho rebatirle, pero hay que intentarlo, con él y con todos, antes de tomar alguna determinación basada en sus ideas.
Puche dice que no hay solución para el problema catalán, pues Ortega habló de sobrellevarnos. Pero quizá Ortega de vivir ahora no hubiera escrito eso. Son otros tiempos. Si hablamos de construir Europa, no podemos sentirnos incapaces de hacer lo propio con España. España es una realidad que puede y debe reinventarse una y otra vez. La Europa de la que se habla está muy lejana aún, pero la intención de llegar a ella está en los discursos de todos. O de casi todos.
El Estatuto catalán puede entenderse como un intento de entendimiento de Cataluña con el resto de España. Es un mal intento, acaso, pero la culpa hay que achacarla también a los gobiernos de Felipe González y José María Aznar, que no supieron frenar el crecimiento de personajes como Pujol, Maragall o Carod. En tiempos bastante más pretéritos, hubo otros políticos que tampoco lo intentaron. Adolfo Suárez hizo bien la transición, pero como no se puede hacer todo bien, le salió mal el Estado de las Autonomías. Luego ha ido a peor.
Menuda responsabilidad saber que si se equivoca en algo, arrastrará con ello a buen número de gentes. Cuesta mucho rebatirle, pero hay que intentarlo, con él y con todos, antes de tomar alguna determinación basada en sus ideas.
Puche dice que no hay solución para el problema catalán, pues Ortega habló de sobrellevarnos. Pero quizá Ortega de vivir ahora no hubiera escrito eso. Son otros tiempos. Si hablamos de construir Europa, no podemos sentirnos incapaces de hacer lo propio con España. España es una realidad que puede y debe reinventarse una y otra vez. La Europa de la que se habla está muy lejana aún, pero la intención de llegar a ella está en los discursos de todos. O de casi todos.
El Estatuto catalán puede entenderse como un intento de entendimiento de Cataluña con el resto de España. Es un mal intento, acaso, pero la culpa hay que achacarla también a los gobiernos de Felipe González y José María Aznar, que no supieron frenar el crecimiento de personajes como Pujol, Maragall o Carod. En tiempos bastante más pretéritos, hubo otros políticos que tampoco lo intentaron. Adolfo Suárez hizo bien la transición, pero como no se puede hacer todo bien, le salió mal el Estado de las Autonomías. Luego ha ido a peor.
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