martes, enero 17, 2006

El alma y el armario

Hoy, día en que siguiendo una tradición remota, una inacabable procesión de animales domésticos son llevados a bendecir a la parroquia de San Antonio Abad, de Valencia, recuerdo un programa de televisión, de aquellos tiempos en que yo todavía la veía, en que por haber establecido el Papa que los animales tienen alma, en presentador le preguntó por ello a un conocido escritor. Éste respondió: ¿Si un japonés tiene alma por qué no la ha de tener mi perro? Por supuesto que yo no entendí que tuviera ninguna intención de ofender a los japoneses, sino que utilizó el término japonés como sinónimo de alguien lejano y de gestos y actitudes tan maquinales que parecen exentos de alma. El perro, por otro lado es un ser cercano, que vibra y se alegra con las vicisitudes del dueño.
Ahora bien, tengamos o no tengamos alma, da la impresión de que muchas veces nos la dejamos en el armario. No hacemos ningún caso de los demás si éstos no caben entre los límites que cada uno de nosotros hemos establecido como aceptables. Nos alegramos o nos enfurecemos por el triunfo de Evo Morales en función de su pertenencia a la izquierda o a determinada raza, cayendo por tanto en el racismo o el sectarismo. Un japonés, que si tenía alma se la dejó en el armario, Fujimori, llegó a gobernar en Perú. Y otro personaje, que tampoco parece muy acostumbrado a llevar su alma encima, Ollanta Humala, puede convertirse en el próximo mandatario del dolorido Perú.
Supongo que España tiene alguna responsabilidad con algunos de los países del mundo. ¿Pero qué es España? Que yo haga esta pregunta no significa que se nacionalista. España es una realidad actual, que puede durar más o menos, pero que mientras tanto exista tenemos la obligación de preguntarnos por ella y de conseguir el modo de que podamos encontrar un sistema justo de convivencia. Y también debemos pensar en hacer por América Latina algo más que enviar multinacionales, sin despreciar esto tampoco.

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2 comentarios:

Portobello dijo...

Uf, cuanta alma hace falta para todo eso. Un alma que respete y sobre todo un alma solidaria. Yo no dudo que mi querida perrita no tenga alma, porque lo que se ve en esos ojos es un alma angelical. Y otros en cambio tienen un alma podrida, biliosa... que se la han dejado, no sé si en el armario, pero si la han dejado ahí tal vez deberían salir ellos junto a su alma "del armario". Un abrazo

María Paz Díaz dijo...

Me temo que este país es lo que la mayoría ha establecido como "aceptable", ni lo peor ni lo mejor que pudiera llegar a ser.
El término medio no siempre es una virtud, puede ser, sencillamente, el punto exacto de la mediocridad.