Una vez más, y de nuevo impúdicamente, se ha destapado Maragall, dando a conocer lo que pretende. Para él, no somos todos iguales. He de hacer constar que no identifico a Cataluña con Maragall ni con nadie. Por mi parte, reconozco que hay un sentimiento catalán, que viene de antiguo, que es el que propicia este estado de cosas y que conviene resolver del modo más justo posible. Pero interpretar en qué consiste ese sentimiento no es fácil y aunque todo el mundo tiene derecho a intentarlo, nadie debe pensar que su teoría sobre el particular es la que vale. Tampoco es fácil interpretar el modo de ser de los pueblos, el catalán o el valenciano, por ejemplo. No es correcto que alguien escriba una tesis, dé por resuelta la cuestión con ella y luego otros la empleen como dogma y la blandan como arma definitiva. El pueblo valenciano tiene un modo distinto de enfrentarse a los problemas que el catalán, pero eso no significa que no tenga su historia, su personalidad o sus derechos.
Para aquellos que no saben distinguir una torta de un pan, ni tienen la suficiente sensibilidad democrática para respetar los legítimos deseos ajenos, el valenciano y el catalán son la misma lengua. A quienes se empeñan en presumir de demócratas cabría hacerles las siguientes preguntas:
¿Tiene derecho el pueblo valenciano a poner las normas gramaticales que desee a su propio idioma, que viene hablando desde hace muchos siglos?
¿Tiene derecho el pueblo valenciano a reclamar como propio su Siglo de Oro, puesto que otra Comunidad Autónoma pretende arrebatárselo?
Para aquellos que no saben distinguir una torta de un pan, ni tienen la suficiente sensibilidad democrática para respetar los legítimos deseos ajenos, el valenciano y el catalán son la misma lengua. A quienes se empeñan en presumir de demócratas cabría hacerles las siguientes preguntas:
¿Tiene derecho el pueblo valenciano a poner las normas gramaticales que desee a su propio idioma, que viene hablando desde hace muchos siglos?
¿Tiene derecho el pueblo valenciano a reclamar como propio su Siglo de Oro, puesto que otra Comunidad Autónoma pretende arrebatárselo?
La táctica de los supuestos demócratas consiste en quitar legitimidad al usuario de la lengua y ponerlo a las órdenes de los lingüistas, que cobran por sus trabajos, puesto que perciben sueldos o publican libros. El trabajo de los lingüistas es meritorio, pueden averiguar el origen de la lengua, pero no pueden obligar a los hablantes a que vayan en una determinada dirección. Creo, y lo digo modestamente, que el único modo de que el valenciano perviva consiste en que los catalanistas se olviden de él.
También en Periodista Digital
No hay comentarios:
Publicar un comentario