domingo, abril 30, 2006

Pilar Eyre

Pilar Eyre se despide y explica sus motivos. Por mi parte, no puedo sino decirle adiós y desearle mucha suerte. Pilar, en el artículo anterior al de su despedida, dice que Emanuela de Dampierre es una mala persona. Como si viviéramos en un paraíso. Si todos fuéramos tan buenas personas como debíeramos no habría tanta hambre en el mundo, ETA no hubiera durado ni una semana. El Eclesiastés dice que el número de los tontos es infinito. ¿Son tontos los malos? ¿Es bueno Setién? ¿Es bueno Aznar?¿Es bueno Zapatero? Me limito a hacer las preguntas.
Más adelante explica Pilar que Emanuela siempre ha hecho lo que le ha dado la gana. El mendigo que vestido de modo estrambótico importuna a los viandantes en un lugar céntrico de Valencia, también hace lo que le da la gana. Actuar como se debe es más complicado.
¿Actúa como se debe el Arzobispo de Valencia que está gastando un dineral para adecuar los aposentos que ha de utilizar el Papa durante su visita a Valencia? Cervantes, a quien admiro más que a Su Santidad -detesto mentir-, jamás durmió en lugares tan lujosos. Ni tampoco creo que consintiera en que se los acondicionaran de ese modo. En los próximos meses, vivir debajo de los puentes será menos ingrato. ¿Servirá de algo a los pobres la visita Papal? ¿Tienen derecho a ilusionarse con ella quienes tienen hambre y sed de justicia?
El mal es muy ruidoso y se deja ver mucho más que el bien, que actúa en la sombra y en silencio. Algún mérito tendrá este último en el hecho de que todavía sobreviva la humanidad, cosa que si se piensa bien, resulta sumamente curiosa.

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