lunes, abril 03, 2006

Cuanto más ricos, más animales

Se decía antiguamente, al paso de las carrozas fúnebres, ricamente engalanadas y con un tiro de muchos caballos. Para los menos pudientes había unos carromatos más modestos, tirados por un burro. Sin darme cuenta, pienso en esa frase, hoy ya no muy en boga, cada vez que veo una de esas descomunales esquelas, que llevan los periódicos de vez en cuando. Y eso que el tamaño de las páginas de la prensa ha disminuido mucho.
Parece irreprimible el interés de muchos de hacer notar que son más que otros o que tienen más que otros. Pero para quienes gustan de contar sus caudales está el pensamiento de Léon Blum: Para saber la opinión que tiene Dios del dinero no hay más que fijarse en a quienes se lo da.
Es generalmente sabido que lo que importa es lo que se hace con lo que se tiene: por sus obras los conoceréis. Hacer buenas obras es lo realmente dificultoso.
Bastantes de los fallecidos, a quienes no se les escatiman elogios a su muerte, dejan tras de sí personas que, con suficientes dosis de razón, se sienten agraviadas o desencantadas por su proceder previo. Esas personas, si los recuerdan en el futuro es difícil que lo hagan con agrado.
Y ese detalle, el de poder abandonar el mundo sin que nadie pueda quejarse con razón, ya es un gran logro.


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