jueves, abril 06, 2006

Rafael Blasco

Según recoge el diario Las Provincias en su edición de hoy, Rafael Blasco lamentó ayer que el Gobierno de España no haya aún abierto la boca a la hora de defender los intereses de la Comunitat Valenciana y de España ante las instituciones europeas. Pero un día antes el Sindic de Greuges se había referido a la pasividad de su Conselleria y también de los ayuntamientos ante las obras ilegales. No debería el Conseller criticar a los demás por hacer mal su trabajo, cuando él tampoco hace bien el suyo. Podría empezar, en colaboración con todos los ayuntamientos por hacer un listado de todas las edificaciones ilegales de la Comunidad y depurar responsabilidades. Quizá esta tarea también la podría acometer la ministra Trujillo, si no directamente, sí por lo menos a través del partido, que debe de tener datos de primera mano o facilidad para conseguirlos. Todo lo que no sea actuar así entra en la categoría de los fuegos de artificio, que se disparan con la intención de hacer perder puntos al oponente ante la opinión pública. Lo que se hace de esperar mucho es el interés, por parte de quienes pueden, de encontrar soluciones.

No lo hizo porque, además de cómplice, fue también, según todos los indicios y testimonios más confiables, sicario de esa dictadura: Humala está acusado de torturar y asesinar, siendo capitán del Ejército, a Natividad Avila, Benigno Sullca, Miguel Herrera Ortiz y Hermes Estela en operaciones militares contra el terrorismo entre 1992 y 1993. Lo acusan los familiares de las víctimas, quienes lo reconocieron no hace mucho, indignados, al verlo como candidato presidencial.

Una hora después regreso a Mislata. Tambien de pie. Para vengarme, leo a Heidegger durante el trayecto ( Prelegómenos para una historia del concepto de tiempo , Alianza): Alguien podría decir: el caracol se arrastra a veces, sacando el cuerpo de su concha y manteniéndolo así, se estira para alcanzar algo, comida, ciertas cosas que encuentra en el suelo. ¿Sólo de esa manera entra el caracol en relación de ser con el mundo? ¡Para nada! El salir y arrastrarse no es más que una modificación local de su estar-ya-en-el mundo . Incluso cuando está en su concha, su ser, bien entendido, es un estar fuera. Sale y se arrastra sólo porque según su ser ya está en el mundo. No es que se provea de mundo sólo cuando palpa, sino que palpa porque su ser no quiere decir más que estar en un mundo, medita el laberíntico Heidegger.



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