La victoria del sí en el referendo catalán es incuestionable. Aparte de eso, conviene dejar de lado los triunfalismos. La abstención ha sido muy elevada y no se puede aducir que la gente no se hubiera entetrado de que había que votar y lo que estaba en juego.
Probablemente, la abstención entre los votantes del PP ha sido superior a la media, presumiblemente motivada por la escasa relevancia que iban a tener estos votos al final. No se podía prever de ninguna de las maneras que ganara el no. Los votantes de ERC que han acudido a las urnas han repartido su voto entre el sí y el no. Y el poco más del cincuenta por ciento que se ha abstenido de votar induce a pensar en lo que podría ser la vida ciudadana si los políticos en lugar de empeñarse en llevar a la gente por donde ellos quieren se conformaran con servir a quienes les pagan, es decir, a los ciudadanos.
Después de todo lo que se ha organizado en torno al estatuto, llega el momento sublime y menos de la mitad de la gente acude a refrendar lo propuesto por los políticos. Esto demuestra, aunque duela a muchos, que el PP y Ciudadanos de Cataluña no están tan equivocados, en algo aciertan. Los demás pueden decir lo que quieran, pero ha venido a demostrarse que el Estatuto no era una demanda de la calle. Se han quemado esfuerzos y recursos muy necesarios en otras facetas.
Re(paso) de lengua
Sandra
La trepa
También en Periodista Digital
Probablemente, la abstención entre los votantes del PP ha sido superior a la media, presumiblemente motivada por la escasa relevancia que iban a tener estos votos al final. No se podía prever de ninguna de las maneras que ganara el no. Los votantes de ERC que han acudido a las urnas han repartido su voto entre el sí y el no. Y el poco más del cincuenta por ciento que se ha abstenido de votar induce a pensar en lo que podría ser la vida ciudadana si los políticos en lugar de empeñarse en llevar a la gente por donde ellos quieren se conformaran con servir a quienes les pagan, es decir, a los ciudadanos.
Después de todo lo que se ha organizado en torno al estatuto, llega el momento sublime y menos de la mitad de la gente acude a refrendar lo propuesto por los políticos. Esto demuestra, aunque duela a muchos, que el PP y Ciudadanos de Cataluña no están tan equivocados, en algo aciertan. Los demás pueden decir lo que quieran, pero ha venido a demostrarse que el Estatuto no era una demanda de la calle. Se han quemado esfuerzos y recursos muy necesarios en otras facetas.
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