domingo, junio 11, 2006

El valor de las cosas

Sé de algún personaje popular que no escribe a nadie para evitar que a su muerte se publique, se analice o se subaste su correspondencia privada. O parte de ella, porque es de suponer que no todos los destinatarios iban a ceder los escritos que hubieran recibido.
Por mi parte, si Ana María Matute me hubiera regalado su estilográfica o Miguel Delibes me hubiera escrito, yo hubiera disfrutado con la posesión de ambos objetos, la estilográfica de Ana María Matutes y la carta de Miguel Delibes. Ahora bien, si los hubiera tenido que pagar, hubiera preferido una estilográfica nueva y para leer un texto de Delibes que no estuviera dedicado a mi persona, optaría por uno de sus libros.
Entiendo que muchas veces los textos inéditos pueden servir para conocer mejor a los personajes y su obra y por ello, en caso de publicarse, su dominio debería ser público. Si se subastan, para que pasen a ser de propiedad privada, dejan de tener utilidad salvo para su poseedor. Quizá tampoco para él y ése sea el motivo por el que se subasta.
A lo mejor, nos estamos acostumbrando a creer que todo se consigue con dinero.

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