Llevo algún tiempo leyendo a Sònia Valiente, pero su artículo de hoy ha terminado por convencerme. Se refiere a la publicidad de una entidad bancaria que se ha visto o se ve en la televisión. Como no soy teleadicto igonoro este detalle. A estas entidades les interesa que el dinero ocupe el trono divino, para la mejor marcha de sus negocios. El triunfo sobre el que llaman la atención es el que se compra con dinero. Pero si en otros tiempos, que se pretenden menos civilizados, pudieron surgir y medrar ciertas cualidades humanas como la nobleza, el valor, la honradez, el cumplimiento de la palabra dada, etc., no fue por capricho, sino porque se mostraron muy útiles para la vida humana. Si desaparecieran o bajara considerablemente el aprecio entre el género humano, éste se vería abocado a la desaparición. Si sólo se piensa en el triunfo tal y como lo plantea el anuncio al que se refiere Sònia, nadie podría fiarse del prójimo; todos estarían tratando de aprovechar cualquier oportunidad que se les pudiera presentar para ganar más dinero.
En realidad, no sólo son los banqueros quienes incitan a este modo de vida, también lo hacen, en general, todas aquellas empresas que dependen del consumo. Hemos de comprar más y más productos, para que ellas puedan conseguir sus objetivos, lo que no podemos perder por el camino es lo más preciado que tenemos, que es la civilización.
Un Neptuno sin tridente
El Cultiberio
La llave de oro
También en Periodista Digital
En realidad, no sólo son los banqueros quienes incitan a este modo de vida, también lo hacen, en general, todas aquellas empresas que dependen del consumo. Hemos de comprar más y más productos, para que ellas puedan conseguir sus objetivos, lo que no podemos perder por el camino es lo más preciado que tenemos, que es la civilización.
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2 comentarios:
Pues ese camino llevamos. El consumo duro y puro, sin más miramientos. De ahí la inseguridad ciudadana cada vez mayor, la falta de escrúpulos, los robos (de bandas o de empresas o alcaldías), la falta de amor y de colocarse en el lugar del otro, y sobre todo hay una creciente falta de compasión, que se huele en el aire. Terrible.
Apenas veo televisión, pero sí que vi recientemente el anuncio al que hace referencia Sònia Valiente y pensé lo mismo, exactamente lo mismo que ella.
Además, a mi juicio, el anuncio es especialmente grave por ser el anunciante una caja y no un banco. A la caja se le presuponen otros valores. De hecho saben aprovechar bien que hacen obras sociales, lo que no se acuerdan de decir es que están obligados a ello por ley.
Un saludo, Domingo.
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