viernes, agosto 19, 2005

Jean Charles de Menezes

Cuando sucedieron los hechos dije que Tony Blair debería dimitir. Por supuesto que sabía perfectamente que los ingleses no iban a opinar igual. Luego de escribir esa entrada del blog pensé que la víctima podía haber sido un ciudadano español en lugar de brasileño. La situación sería exactamente la misma, pero los españoles estaríamos más indignados.
Hoy sabemos que el asesinato fue mucho más infame de lo que nos dijeron entonces. No hay excusa de ningún tipo.
Las convicciones democráticas no tienen nada que ver con el desprecio a la vida ajena. Ningún grupo terrorista debería ser capaz de alterar nuestro modo de vida ni de modificar sustancialemente nuestras costumbres. Los gobiernos deberían reforzar hasta donde les fuera posible las medidas de seguridad, pero procurando no restar a la población ni un ápice de sus derechos y libertades.
Eso de disparar primero y preguntar después es una retrocesión a tiempos muy remotos. Las medidas de fuerza tampoco parece, desde el punto de vista teórico, que puedan ser muy eficaces frente a ese enemigo tan maquiavélico e invisible como este terrorismo islámico. Más correcto sería ajustar todos nuestros comportamientos a la legalidad internacional y cumplir y obligar a cumplir a todos las resoluciones de la ONU. Eso haría ver a los asesinos que hay interés por la justicia. Si nos empeñamos en demostrarles que somos más fuertes, pueden empeñarse por su parte en enseñarnos su capacidad para hacer daño.

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