domingo, agosto 28, 2005

Benidorm y apretujillos

No conozco Benidorm ni lo quiero conocer, dijo quien fue capaz de recetar viviendas mucho más reducidas que su propio despacho, no es necesario hablar de su residencia habitual. Si hubieran elegido para ese Ministerio a la Alborch, que también es mujer, nos hubiéramos ahorrado muchas tonterías. Aunque también la hubieran podido destinar al Ministerio que ocupa Moratinos, con lo que hubiéramos tenido también menos tonterías y más cuota. Y sin olvidar que por ahí anda Carmen Sánchez Carazo, que tampoco se chupa el dedo.
Si la Ministra no quiere tener nada que ver con Benidorm, pasa a ser Ministra de toda España excepto de la prestigiosa población alicantina. Debería renunciar a la parte de sueldo correspondiente y eximir a los benidormíes de tener que adoptar sus peregrinas ideas.
Pero una vez fijado y establecido su desdén por Benidorm, convendría explicarle que precisamente por ese lugar penetró el bikini en España, con todo lo que ello significa: Tolerancia y respeto hacia otros modos de vida.
Es cierto que su crecimiento ha sido algo caótico, pero ¿hay algún lugar en España en donde no se hayan cometido desmanes inmobiliarios? ¿Tampoco quiere conocer Madrid? ¿Lo del Carmel y el tres por ciento ha ocurrido en Benidorm?
Gran parte de culpa de ese crecimiento, en sus primeros tiempos, la tuvieron los madrileños y los barceloníes, que en cuanto tenían algo de tiempo libre corrían hacia ese hermoso rincón mediterráneo, para recibir un poco de aire fresco.
Fue un pequeño y bello pueblo, sí, pero luego se convirtió, y lo sigue siendo, en un símbolo, en la prueba de que es posible convivir con gente de todo tipo y nacionalidad.

1 comentario:

Ikaru dijo...

La ignarancia de una persona puede llegar a sorprendernos de las maneras más inusitadas, y cuando se jactan de ello no hacen más que ponerse en evidencia.

Yo siento vergüenza de no conocer ni la cuarta parte de los pueblos de mi provincia, y sin duda lo último que haría es despreciarlos como si donde yo vivo, una ciudad importante, fuese lo único que realmente mereciese la pena. Nada como mirarse el ombligo.

Estrechos de miras que no ven más allá de su nariz, y encima los tenemos como representantes. Vergonzoso.