viernes, diciembre 30, 2005

La lección de Ana Sullivan

Si los padres de Helen Keller hubieran contratado a otra institutriz, ella no hubiera superado su situación. El gesto de Ana Sullivan no es muy frecuente. Finalmente, resultó que se habían encontrado dos mujeres extraordinarias. Pero aunque Helen no hubiera demostrado tanta capacidad hubiera tenido el mismo derecho moral a recibir ayuda. Lo preocupante es que para recibirla tuviera que dar con otra mujer de extraordinaria calidad.
Alguien que sólo piensa en sí mismo es como un gato, por citar un animal simpático. Cuando se da cuenta de que existen otros seres e indaga en sus necesidades, por si puede ofrecerles alguna ayuda, comienza a merecer la dignidad humana, que es plena cuando es capaz de repartirla sin mirar a quien la da y sin esperar nada a cambio. Y esto es así porque el ser humano por sí solo no es nada. Necesita del concurso de los demás y eso significa que la intención de contribuir al bien común es lo que caracteriza a la especie de la que formamos parte.
¿Qué hubiera sido Helen Keller en condiciones normales? ¿Cuánta gente puede haber cerca de nosotros sufriendo algún tipo de necesidad sin que se percaten siquiera las personas más próximas? Fijarse en el prójimo, ponerse en su lugar, no sólo es una obra de caridad. También ayuda a sobrevivir. A veces viven cerca de nosotros terroristas y delincuentes peligrosos, que campan a sus anchas, gracias a nuestro desinterés.
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1 comentario:

Inchina dijo...

Cierto, qué ciegos estamos hasta que nos metemos y nos mojamos ne todo lo que nos rodea, sobretodo en las injusticias y las maldades, esas a las que tratamos de cerrarles los ojos todos los días, mando a distancia en mano.

Y con un poquito cada uno cuánto podemos llegar a hacer... te recomiendo echar un vistazo al último post de mi enlace "Cascabel", es genial.

Saludos y feliz año