Ayer, como otras muchas veces, pagué una compra con mi tarjeta de débito. En el recibo que me dieron iba incluida una leyenda en la que pone: con el Banco Tal hubiera ganado cual. Las tarjetas fueron inventadas por los Bancos, los cuales nos enseñaron a no saber vivir sin ellas. Ahora nos cobran por casi cualquier cosa que hagamos. Y además de las comisiones hemos de sufrir el acoso de quienes quienes quieren convertirnos en sus clientes. Eso es otro modo de pagar. Hablando de Bancos y sus procedimientos, cabe sacar a relucir el conocido episodio de Zaplana con una de las politizadas Cajas. Se supo que le habían concedido un préstamo en unas condiciones envidiables. El presidente de dicha Caja salió al paso rápidamente, felicitando a quienes habían concedido el préstamo, por ser Zaplana un cliente VIP. Sería bueno saber como tratan las sociales Cajas a los jubilados. ¿O es que no son sociales? También, y en aras de la limpieza democrática y la transparencia democrática, se podrían haber publicado los valores de tasación y de escrituración de dicha vivienda. E imagino que Zaplana no será el único político en disfrutar de dichas prebendas.
Volviendo a la paciencia que necesitamos clientes, acosados como estamos por todos, sin poder ir por la calle sin que nos asalte un predicador, un pedigüeño que se hace pasar por sordomudo, o en los buzones. Los clientes somos muy apetecibles y no hay modo de que nos dejen tranquilos. Es decir, si yo necesito una manta, me informo en donde me puedo informar. Pero si no necesito una manta, no debería tener que sufrir que a toda hora me estén hablando de mantas. Quizá sería bueno que los consumidores nos fijáramos en los que menos dan la lata.
Volviendo a la paciencia que necesitamos clientes, acosados como estamos por todos, sin poder ir por la calle sin que nos asalte un predicador, un pedigüeño que se hace pasar por sordomudo, o en los buzones. Los clientes somos muy apetecibles y no hay modo de que nos dejen tranquilos. Es decir, si yo necesito una manta, me informo en donde me puedo informar. Pero si no necesito una manta, no debería tener que sufrir que a toda hora me estén hablando de mantas. Quizá sería bueno que los consumidores nos fijáramos en los que menos dan la lata.
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