Josep Huguet, de ERC, Consejero de Comercio, Turismo y Consumo de la Generalidad de Cataluña, a quien deben de parecerle muy normales y correctas las burradas que suele perpretar con asiduidad su partido y tampoco deben de desagradarle las consignas de Omnium Cultural indicando que deben comprar y que no los ciudadanos de los inexistentes Países Catalanes, no ha dudado en hacer una odiosa comparación del boicot a los productos catalanes con las persecuciones nazis.
A estas alturas no creo que nadie en España desconozca que existe el llamado problema catalán. Y quiero pensar que somos mayoría los que deseamos una solución justa, aunque en estos momentos resulta difícil de averiguar cuál es ésta.
Vengo leyendo con regularidad a estupendos columnistas catalanes y, en mi opinión, cuando se refieren a la cuestión nacionalista no exhiben más que sentimientos. Lluis Foix escribía no hace mucho que algunas de sus amistades, sensatas y serenas, le dicen: Si España nos trata así, no nos interesa: ¿Pero cómo trata España a Cataluña?, pregunto yo. ¿Pueden demostrar los catalanes que algún gobierno español de cualquier tiempo haya tratado a Cataluña peor que al antiguo Reino de Valencia o actual Comunidad Valenciana? Tampoco me ha parecido ver argumentos en los artículos de José Antich o Miquel Roca, más allá del consabido eso es lo que hay, o sea, el apoyo del pueblo catalán a su Estatut. Jordi Pujol escribió un artículo titulado Intentarlo desde otra óptica, que tampoco fue muy afortunado. Lamentable fue el Parece mentira, de Maragall. Hoy, Jordi Borja escribe en El País otro artículo en que se refiere a la agobiante España franquista y al rechazo visceral a España. Y escribe textualmente: Tantos silencios represivos nos habían hecho sentirnos extraños a todo lo que sonara a español. Lo siento, que nadie se moleste, así fue.
Las tonterías no suelen molestar excesivamente.
Es decir, sabemos que hay un problema catalán que viene de largo, que ni los políticos catalanes ni del resto de España han conseguido tratar adecuadamente y que se ha presentado ahora de sopetón y con carácter de urgencia. Pero veamos que políticos tenemos para ello: No parece que Rajoy esté muy por la labor, ni Acebes, siempre tan bien peinado y tan pulcro, pero que no se va nunca de la política. Zaplana, que tampoco se va y que nos dejó a los valencianos el regalito envenado de la AVL y algunos más. Por parte catalana, Maragall es todo ambición personal. Zapatero no ha dudado en pactar con ERC, lo que no le hace muy digno de confianza.
Es decir, hay un problema catalán, lo que es difícil es encontrar una solución justa.
A estas alturas no creo que nadie en España desconozca que existe el llamado problema catalán. Y quiero pensar que somos mayoría los que deseamos una solución justa, aunque en estos momentos resulta difícil de averiguar cuál es ésta.
Vengo leyendo con regularidad a estupendos columnistas catalanes y, en mi opinión, cuando se refieren a la cuestión nacionalista no exhiben más que sentimientos. Lluis Foix escribía no hace mucho que algunas de sus amistades, sensatas y serenas, le dicen: Si España nos trata así, no nos interesa: ¿Pero cómo trata España a Cataluña?, pregunto yo. ¿Pueden demostrar los catalanes que algún gobierno español de cualquier tiempo haya tratado a Cataluña peor que al antiguo Reino de Valencia o actual Comunidad Valenciana? Tampoco me ha parecido ver argumentos en los artículos de José Antich o Miquel Roca, más allá del consabido eso es lo que hay, o sea, el apoyo del pueblo catalán a su Estatut. Jordi Pujol escribió un artículo titulado Intentarlo desde otra óptica, que tampoco fue muy afortunado. Lamentable fue el Parece mentira, de Maragall. Hoy, Jordi Borja escribe en El País otro artículo en que se refiere a la agobiante España franquista y al rechazo visceral a España. Y escribe textualmente: Tantos silencios represivos nos habían hecho sentirnos extraños a todo lo que sonara a español. Lo siento, que nadie se moleste, así fue.
Las tonterías no suelen molestar excesivamente.
Es decir, sabemos que hay un problema catalán que viene de largo, que ni los políticos catalanes ni del resto de España han conseguido tratar adecuadamente y que se ha presentado ahora de sopetón y con carácter de urgencia. Pero veamos que políticos tenemos para ello: No parece que Rajoy esté muy por la labor, ni Acebes, siempre tan bien peinado y tan pulcro, pero que no se va nunca de la política. Zaplana, que tampoco se va y que nos dejó a los valencianos el regalito envenado de la AVL y algunos más. Por parte catalana, Maragall es todo ambición personal. Zapatero no ha dudado en pactar con ERC, lo que no le hace muy digno de confianza.
Es decir, hay un problema catalán, lo que es difícil es encontrar una solución justa.
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7 comentarios:
¿No habría que exagerar menos y vivir más en paz? No sabía yo esto de las desaveniencias conyugales entre Valencia y Cataluña. No pretendo molestarte Vicente, pero es que este tipo de cosas me dan un poco risa. Es como la eterna rivalidad entre Bilbao y Vitoria. Dice el riste que lo mejor de Bilbao es la salidad a Vitoria...
Un abrazo
Zuriñe:
Yo vivo en Valencia y te puedo asegurar que no exagero. No sé a qué te refieres con eso de vivir en paz. Las desavenencias entre la Comunidad Valenciana y Cataluña no tienen nada de conyugales. No hay más que fijarse en las propias webs de la Generalidad de Cataluña, como el Omnium cultural, para comprobar las intromisiones.
Bueno lo de conyugales lo decía por el "cierto" o algo de parecido entre las lenguas, nada mas. El resto es desconocimiento, como tu dices, y el no vivir allí, en Valencia. Supongo, no obstante, que habrá gente que no se siente tan molesta con Calalunya. Conozco más gente de Valencia y nunca han expresado esa inquietud. En todo caso es una pena que haya estos problemas. Un abrazo
Zuriñe: La lengua es nuestra, de los hablantes, y por tanto irá hacia donde queramos nosotros.
Una de la manifestaciones más grandes que ha habido en Valencia, sino la más grande, fue por este motivo. Ningún partido político tenía entonces tantos votos como manifestantes éramos. Eso te dará idea de la magnitud.
Ayer estuve con Don Santiago Grisolía, eterno candidato al Nóbel de medicina y Presidente del Consejo Valenciano de Cultura, cuyas tesis en este sentido creo que son exactamente iguales a las mías.
Sí, es cierto, la lengua es vuestra, de los hablantes, e irá dónde vosotros queráis. Y no va a ninguna parte, porque quienes ponéis empeños antiacadémicos en distinguir y separar valenciano y catalán, curiosamente, no lo habláis.
Los que hablen catalán o valenciano que decidan lo que libremente les de la gana. Y los científicos también. O es que si decidimos que los círculos tienen cuatro costados tendremos que reinventar la geometría?
Usuario anónimo:
Una constante del catalanismo es menospreciar y tratar de humillar a los valencianoparlantes. Contra eso no hay nada. Por supuesto que esa actitud no me va a hacer cambiar de idea.
Saludos
Hay 2 balanzas, la fiscal y la comercial.
Los políticos catalanes suelen obsesionarse con la balanza fiscal para que Cataluña no aporte “tanto” a las arcas del Estado.
En cambio, no suelen decir ni mú de la balanza comercial, que tiene un desequilibrio de proporciones colosales a favor de Cataluña, 24000 Millones de euros vende en productos catalanes a las otras regiones más que lo que les compra.
Quieren “corregir” el desequilibrio fiscal.
Ah ¿y el desequilibrio comercial? ¿ese no hay que “corregirlo”?
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