Vicente Blasco Ibáñez y Joaquín Sorolla son inequívocamente valencianos. Son artistas de trazos fuertes, luminosos, exuberantes. Ambos tienen dedicadas dos calles importantes en la capital valenciana. La avenida de Blasco Ibáñez es la vía con la que Valencia busca ese mar al que durante tanto tiempo ha dado la espalda. La solución será necesariamente traumática, pero no tiene más remedio que darse. El deseo es que ya que ha de ser traumática, que también sea justa.
La calle del Pintor Sorolla, en pleno centro de la ciudad, fue tomada hace tiempo por Bancos y grandes comercios. No estoy muy seguro de que le gustara esta circunstancia. Acaso él hubiera preferido otra vía más cercana al mar, transitadas por gentes en cuyos ojos, en lugar de pensamientos sobre posibles beneficios, se adivinara el interés por la vida, la pregunta sobre el porqué de las cosas, el gesto humano.
La calle del Pintor Sorolla, en pleno centro de la ciudad, fue tomada hace tiempo por Bancos y grandes comercios. No estoy muy seguro de que le gustara esta circunstancia. Acaso él hubiera preferido otra vía más cercana al mar, transitadas por gentes en cuyos ojos, en lugar de pensamientos sobre posibles beneficios, se adivinara el interés por la vida, la pregunta sobre el porqué de las cosas, el gesto humano.
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