domingo, febrero 05, 2006

Un charnego en el Palau

En la Comunidad Valenciana sí es posible que llegue a gobernar un foráneo. Lo es si logra encaramarse a los lugares altos de su partido, cosa que no tengo ni idea de como se hace, pero que a la vista de quienes lo logran me lo imagino. Zaplana, es casi valenciano, y su foraneidad no tiene importancia, salvo en el idioma. El valenciano le importa muy poco y del respeto que tenía a sus electores dio noticia muy pronto. Fernando Villalonga lo convirtió a la fe catalanista, pero como acababa de haber una multitudinaria manifestación en defensa del valenciano, no podía explicar esto abiertamente, así que se inventó la AVL y convenció para que se integrara en ella nada menos que a Xavier Casp. Éste dimitió poco después, cuando se dio cuenta del engaño y es el único defensor del valenciano que lo ha hecho. Y es que el sueldo de los académicos de la AVL es muy tentador.
¿Podría ocurrir esto en Cataluña? Aunque no vivo allí y, por tanto, no puedo tener una visión directa, lo dudo mucho. Es muy difícil encontrar en la prensa catalana alguna crítica no ya a Maragall, Pujol o Roca, sino al mísmisimo Carod. Eso debe de ser indicio, me digo, de un patriotismo total, durante las veinticuatro horas del día, de la mayor parte de la población catalana. Supongo que algún día se tendrá que morir Felipe V y también acabará por hacerlo Franco.
(La alusión al franquismo resulta facilona y pueril en los etarras y sus amigos: puesto que los franquistas asesinaron y pasean tranquilos por las calles, ellos también tienen derecho a matar y montar cristalerías después en el sitio más inoportuno. Pongo esto entre paréntesis, porque no tiene nada que ver con Cataluña.)
Quizá a partir de entonces haya menos nacionalistas y los que queden descansen de vez en cuando. Yo entiendo que en Cataluña se proteja el catalán y se pretenda que se hable en todos los órganos de la administración, pero creo que habría que poner límites y prever excepciones. Quizá sería llegado el momento de determinar con la máxima exactitud posible el origen del desasosiego catalán, para tratar de darle una solución justa y racional, que contentara primero a los catalanes y luego a todos los demás.
Porque todos –Tarancón, el Rey, el presidente– sabían que Pepe Oneto no sólo era, por sí mismo, un poder enflequillado e insoslayable en la España de entonces, sino un tipo del que te podías fiar. Un tío noble, un tío honrao. Era y sigue siendo, por encima de todas las cosas, una buena persona.


Uno lee con más gusto los relatos en que priman no el autoembellecimiento y el ego insatisfecho, sino la curiosidad, la duda, la revelación sincera y a veces dolorosa, la ironía, la indagación en espiral... Nunca me creeré a los intelectuales santurrones y perfectoides
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Leo y aprendo desde el Caribe acerca de las dos Españas.
Zenia desde:

http://imaginados.blogia.com

Yo sí coloqué la foto hace tiempo, cuando aquello, pero jamàs volviste.... ja ja ja ja.. y te lo perdiste. En mi lugar está mi princesa.