martes, febrero 21, 2006

María Jesús González

Nuestro presidente, Don José Luis Rodríguez Zapatero, no olvida a su abuelo y eso le honra. La persona hace muy bien en recordar al abuelo y en tratar de honrar su memoria. El mejor modo de honrar la memoria de los antepasados es comportarse con dignidad. El presidente, por su parte, ha de pensar en el gobierno de la nación. El recuerdo del abuelo no debe perturbar las funciones de gobierno. Aprovechar la audiencia a las Víctimas del Terrorismo para citar su muerte violenta no es muy apropiado. Eso es elemental. Las víctimas no tienen ninguna culpa y no han acudido a La Moncloa para eso. Tampoco tienen culpa de ser víctimas. Por mi parte, puedo decir que si yo fuera una de ellas estaría dispuesto a transigir con lo que fuera sin con ello ETA dejaba de existir. ¿Pero cómo se puede fiar alguien de ETA? Los etarras pertenecen a lo peor de la especie humana. Lo suyo es hacer maldades. Dar la palabra y cumplirla es propio de gente de bien y no es fácil, requiere de mucha fuerza de voluntad. Quienes más saben de la maldad de los etarras son las víctimas y eso no necesita explicación. La víctimas necesitan comprensión, seguridad, saber que el gobierno no las va a traicionar. Estar con las víctimas es el mejor modo de honrar a su antepesado, que también fue víctima injusta, pero por un motivo muy diferente y en un momento que no tiene que ver con el actual.
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