No recuerdo haber oído decir jamás que un carril se pusiera en marcha. Tampoco, como es lógico suponer, haberlo leído. Y no es porque no se digan o escriban burradas, con perdón de los burros, es que puestos a destacar en este campo, es difícil que un personaje público gane a Otegi. Conviene añadir que es vergonzoso que este sujeto haya alcanzado esa categoría de personaje público. No se terminan ahí sus sinsentidos. También dice que ETA tiene perfecto derecho a expresar su opinión. Como es lógico en él, desconoce que hay que explicar lo que se dice. En este caso, hay que explicar qué es ETA, que como todo el mundo sabe, incluso este descerebrado personaje público, es una banda de asesinos. Una banda de asesinos no tiene derecho a existir, mucho menos, entonces, a dar su opinión, que, por otra parte, a mí personalmente no me interesa en absoluto. Restriega por las narices también, por las narices de quienes sentimos náuseas con todo lo que rodea al mundo de los etarras, que ETA lleva 40 años en este país. Puedo asegurar que yo no tengo ninguna culpa de ello. Jamás he comprendido, ni justificado, ni mucho menos aplaudido la existencia de ETA. Si yo hubiera vivido en el País Vasco hubiera sido de los que tienen que mirar los bajos de su coche continuamente y utilizar un itinerario distinto cada vez. Por parte de Otegi es evidente que él sí ha contribuido a que ETA dure esos 40 años. El hecho de que presuma de esa duración es una prueba más. Y también es una prueba de su hediondez moral, de sus oquedades craneanas.
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