A veces se queja alguien, hoy uno, luego otro, después otro más, y se queja por algo que él mismo, con sus actitudes cómplices, con sus posturas cómodas, contribuye a que suceda. Es posible que sea conscientes de su parte de culpa y puede que no. Pero sea como sea, es evidente que no está dispuesto a hacer nada para que cambien las cosas. Ello, no obstante, no le impide quejarse. ¿Por qué, entonces? Sin duda se queja porque algo en su interior le empuja a dejar constancia pública de su mediocridad.
La nobleza, por ejemplo, es una cualidad que los humanos hemos adquirido, quizá, inconscientemente, seducidos por su utilidad y por su belleza moral. Cuando la posee un superior jerárquico, sus subordinados descansan confiados en ella, sabedores de que quien la posee intentará por todos los medios ser justo, procurando además no perjudicar a nadie. Pero cuando la nobleza adorna a un subordinado, es bastante probable que sus superiores y compañeros sufran eso que Julián Marías bautizó como "rencor contra la excelencia" y traten por todos los medios de destruirlo, aprovechando todas las ventajas que el sistema les proporciona. Cuando sucede esto, por muy numeroso que sea el cutrerío que le rodea, por muy grande que sea la infamia, el afectado tiene la obligación moral de resistir. La nobleza no debe sucumbir nunca a manos de la mezquindad.
Se confunden con frecuencia términos tan antagónicos como docilidad y sumisión. Se utiliza adaptación como sinónimo de sumisión. Quien se somete por las buenas no es de fiar. Quien exige al prójimo que se someta, o que se adapte, queriendo decir lo mismo, es mala persona, ya sea presidente del gobierno, líder de un partido político o jefecillo de sección. Porque la primera obligación de todo ser humano es defender su identidad y su independencia.
La nobleza, por ejemplo, es una cualidad que los humanos hemos adquirido, quizá, inconscientemente, seducidos por su utilidad y por su belleza moral. Cuando la posee un superior jerárquico, sus subordinados descansan confiados en ella, sabedores de que quien la posee intentará por todos los medios ser justo, procurando además no perjudicar a nadie. Pero cuando la nobleza adorna a un subordinado, es bastante probable que sus superiores y compañeros sufran eso que Julián Marías bautizó como "rencor contra la excelencia" y traten por todos los medios de destruirlo, aprovechando todas las ventajas que el sistema les proporciona. Cuando sucede esto, por muy numeroso que sea el cutrerío que le rodea, por muy grande que sea la infamia, el afectado tiene la obligación moral de resistir. La nobleza no debe sucumbir nunca a manos de la mezquindad.
Se confunden con frecuencia términos tan antagónicos como docilidad y sumisión. Se utiliza adaptación como sinónimo de sumisión. Quien se somete por las buenas no es de fiar. Quien exige al prójimo que se someta, o que se adapte, queriendo decir lo mismo, es mala persona, ya sea presidente del gobierno, líder de un partido político o jefecillo de sección. Porque la primera obligación de todo ser humano es defender su identidad y su independencia.
1 comentario:
Mira yo creo que quien se queja por algo y no hace absolutamente nada por cambiar lo que le molesta, cuando encima se queja en el lugar menos indicado o por detrás, y se ampara en la sinceridad para dejar constancia de su desagrado por una situación.. no me merece demasiada confianza, estoy de acuerdo con el enfoque que le has dado a la queja.
Hasta hace poco pensaba que saber adaptarse y ser flexible era una cualidad loable pero ya no creo eso, precisamente pq me he dado cuenta de que en realidad si te adaptas demasiado en lugar de vivir tu propia vida acabas viviendo la vida de otros, un día de estos igual escribo sobre eso, creo que podría escribir mucho tristemente, suerte q creo que me he dado cuenta a tiempo, gracias por recordármelo.
Un abrazo.
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