Conducir con los pies fuera de la ventanilla

Tercer movimiento. Una sinfonía por Guinea Ecuatorial

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El código penal español es francamente incompleto. Alguien que saca los pies por la ventanilla mientras conduce debería ser condenado a severas penas de cárcel, pero además debería tatuársele en la frente, con una de esas marcas que no se van nunca, la frase irresponsable. Pero si resulta que iba a 160 km/h., el tatuaje debería hacer referencia a algo más elocuente.
Resulta muy simpático sacar los pies por la ventanilla. La transgresión parece atractiva.
Pero un vehículo es un arma poderosa. Un conductor temerario o imprudente puede hacer casi tanto daño como un terrorista.
Las limitaciones de velocidad pueden parecer un engorro. A algunos les resultarán como un corsé. Pero todos no tenemos los mismos reflejos ni la misma capacidad para conducir. Tampoco todos los coches son iguales. No se pueden poner unas normas de conducción para unos y otras para otros. Hay que poner unas limitaciones que permitan conducir a muchos. Si se subiera el listón, habría que quitar el permiso de conducir a buena parte de los conductores, por no ser su vehículo suficientemente seguro o por no reunir los conductores las condiciones mínimas para ellas.
Un Senador español, muy sabio, prudente y comedido, mandaba todos los días al portero de su finca a pagar las multas que recibía, por exceso de velocidad.
Es decir, no acaba de ser comprendida la absoluta necesidad de que todos cumplamos las leyes y las normas. El modo de conducir también es contagioso. Hay que procurar contagiar el respeto a la vida de los demás.