Podría haber dicho algún diputado catalán en Madrid: A ver cómo lo hemos de pedir la próxima vez. Y hubiera recibido como respuesta una sonrisa, o más. Con esto no quiero menospreciar a ningún catalán, ni individual ni colectivamente. Sólo quiero poner de manifiesto que quien tiene fuerza se hace oír y escuchar. Quien no la tiene sufre y quizá es humillado y apaleado. Pero quienes pretendemos ser gentes libres debemos prestar más oídos y más atención a la razón que a la fuerza. El pasado día seis se cumplieron treinta años de la Marcha Verde. El próximo día catorce será el aniversario de la Firma de los Acuerdos de Madrid, de vergonzoso recuerdo.
Se están recogiendo firmas de apoyo al pueblo saharuí y también pidiendo la liberación de Aminetou Haidar. El sábado, a las doce, hay conovocada una manifestación en la glorieta de Atocha de Madrid en pro de los derechos saharuís.
Luchar por la justicia debe ser la meta de todo ser humano que se precie. España abandonó al pueblo sahararuí de forma vergonzosa. No sirve como excusa el hecho de que otros países también lo hicieron. Hemos de mirar nuestra parte, no la ajena. En aquel momento, la jefatura del Estado español pasaba por momentos delicados, pero España estaba bien viva y había una población, la sahararuí, que confiaba en nosotros. Volver la espalda a alguien, en este caso a un pueblo, es un acto extremada crueldad y cobardía. Treinta años después, los saharuís siguen sin más esperanza que la que les podamos dar los españoles.
España y Marruecos están condenadas a entenderse y hay que hacer todo lo posible para ayudar a su desarrollo, pero ello no significa que tengamos que hacer dejación de nuestras obligaciones.
«La Marcha Verde» 30 años después
Treinta
Se están recogiendo firmas de apoyo al pueblo saharuí y también pidiendo la liberación de Aminetou Haidar. El sábado, a las doce, hay conovocada una manifestación en la glorieta de Atocha de Madrid en pro de los derechos saharuís.
Luchar por la justicia debe ser la meta de todo ser humano que se precie. España abandonó al pueblo sahararuí de forma vergonzosa. No sirve como excusa el hecho de que otros países también lo hicieron. Hemos de mirar nuestra parte, no la ajena. En aquel momento, la jefatura del Estado español pasaba por momentos delicados, pero España estaba bien viva y había una población, la sahararuí, que confiaba en nosotros. Volver la espalda a alguien, en este caso a un pueblo, es un acto extremada crueldad y cobardía. Treinta años después, los saharuís siguen sin más esperanza que la que les podamos dar los españoles.
España y Marruecos están condenadas a entenderse y hay que hacer todo lo posible para ayudar a su desarrollo, pero ello no significa que tengamos que hacer dejación de nuestras obligaciones.
«La Marcha Verde» 30 años después
Treinta
1 comentario:
Gracias por contarnos de esta Marcha y de la necesidad de poner sobre el tapete esta causa.
Entenderse con los vecinos es cosa de personas civilizadas y de empatía.
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