martes, marzo 28, 2006

De adivinos

Ya no recuerdo como la conocí. Se ganaba la vida adivinando el futuro de los demás, creo que echando las cartas y no sé si algunas veces también utilizaba la bola de cristal. Me dijo que cobraba cinco mil pesetas por visita -el euro aún tenía que llegar-, estaba establecida en un lugar muy céntrico y me dijo que entre su clientela abundaban los políticos, los directores de oficina, etc. Se ofreció a averiguar mi futuro, pero nunca lo hizo, que yo sepa. La verdad es que a mí no me interesa saber ni lo que voy a comer. Prefiero enterarme de las cosas según vayan llegando. Quizá adivinó eso. No le gustaba su trabajo, porque según me confesó alguna vez, lo que realmente interesaba a muchos de los que acudían a ella era saber si conseguirían acostarse con sus secretarias. Así que en cuanto tuvo un buen montón de billetes apilado buscó un local veinte o treinta veces mayor que el que tenía entonces y puso una tienda de artículos de todo tipo. La tienda tenía mucho colorido, así que al principio, que es cuando yo la vi, la visitaba mucha gente. Dos o tres años después, al pasar por la zona, decidí desviarme un poco para ver como le iba. La tienda ya no estaba. En su lugar había otro comercio. No tengo modo de volverla a localizar, así que me aventuro a adivinar que debe de estar escrutando la bola de cristal de nuevo.
Efectos especiales será presentado por Fernando Delgado en la Casa del Libro, en Valencia, el próximo 28 de marzo.
Detrás de la virulenta crítica del filme y su de intriga más o menos previsible, se agazapa un molesto narcisismo etnocéntrico: Dios y Satanás habitan en los países desarrollados y democráticos y sólo en ellos.
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2 comentarios:

RAYDIGON dijo...

¿Y no hay manera de que la encuentres por otro lado, o no quieres verla mas?...

Abrazo Vicente.

Vicente Torres dijo...

Raydigon:
No tengo ningún dato que me permita encontrarla. Ya digo que traté de saludarla y ver como le iba el negocio.