Maragall dice que se siente como una mujer maltratada. A lo mejor, si bebiera y, en ese caso, llegara a emborracharse, también se sentiría una mujer borracha. Yo conozco y he conocido a otros políticos mediocres que también han llegado a lo más alto. Pero acaso el epíteto que más le conviene a Maragall no sea el de mediocre, sino el que le aplicó Clinton a Bush padre tiempo antes de conocer a Monica Lewinsky. Clinton nos libró de Bush padre y luego a él lo hizo bueno Bush hijo. Pero para librarnos de Maragall no está haciendo falta ningún Clinton, él solito se está apartando y ahora solo falta que Zapatero se dé cuenta de cometió un error al hacerle caso y derogar el PHN. Maragall ya no es probable que logre resistir mucho y además, al ritmo que lleva, la siguiente metedura de pata no tardará mucho. Hemos de cruzar los dedos, pues, para que el remedio no sea peor que la enfermedad. Que su sucesor no lo haga bueno.
lunes, marzo 07, 2005
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1 comentario:
En Maragall té una casa a Rupià, Rupià és a l'Empordà, a l'Empordà fa vent, el vent torna boja a la gent, els bojos diuen la veritat, ergo: el Maragall diu la veritat
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