domingo, marzo 06, 2005

Comercio de barrio

Hoy me he encontrado con mi antiguo tendero. Su tienda fue el corazón de aquel pequeño grupo de calles en que estaba establecido y en el que vivía yo. La tienda generalmente llena era el mentidero en el que se difundían las noticias de esa comunidad y una de las que más contribuían a que nos conociéramos todos. El secreto de la tienda era el que se puede suponer: conocimiento de la clientela y las compras de género hechas en función de ella. Resulta agradable pedir queso, jamón, tomates, y que enseguida te ofrezcan los que tienes por costumbre comprar. Y recuerdo con nostalgia la grandes sumas que hacían a mano ambos tenderos, marido y mujer.
Pero a este tipo de comercio, por lo menos en alimentación, hoy en día tiene muy pocas posibilidades de competir, en precios, con las grandes superficies.
La tienda desapareció, pero fue por jubilación de los dueños, tenía sufiente prestigio para ir aguantando, pero tras su marcha, quien la tomó en traspaso ya no pudo mantener el tipo.
Desapareció ese establecimiento y también fueron cayendo los demás de la zona. La dueña del quiosko cercano era capaz de conseguir cualquier cosa que se le encargara, perdía dinero en el empeño, por las llamadas telefónicas que debía hacer y porque algunos no pasaban a recoger los encargos. Cerraron también la droguería y la carnicería. Y bastantes de los que vivíamos allí ahora estamos en otros sitios

No hay comentarios: