La democracia española es joven y ello conduce a que nuestra política oscile mucho más de lo que sería deseable. En democracia la oposoción es muy importante. Sin embargo, en España, durante el periodo democrático que vivimos, sólo se puede decir que haya habido oposición durante el gobierno de la UCD. Los logros del gobierno de Felipe González hubieran sido mucho más importantes si se hubieran sentido vigilados. Y tampoco se hubieran atrevido a cometer tantas tropelías. Con Aznar sucedió algo semejante. Entre otras cosas, no se hubiera atrevido a ir a la guerra de Iraq, en contra de la opinión mayoritaria del pueblo español, si hubiera visto amenazada su mayoría en el Parlamento. Ahora bien, dicho esto, conviene decir que la retirada de las tropas, ordenada por Zapatero, y el modo y el momento en que se llevó a cabo, no fue la mejor opción.
Conviene un pacto entre los grandes partidos, por lo menos, para dotar de una cierta estabilidad a la política española. Hasta ahora no ha sido posible debido a la manifiesta animosidad entre sus líderes. Sería deseable que cuanto antes, en beneficio del pueblo español, se hiciesen el ánimo y trazasen unas líneas generales de acuerdo, en todas aquellas cosas que sus ideologías respectivas lo permitan.
Hace muchos años ya que se ha visto la inconveniencia de que los partidos nacionalistas se presenten en solitario a las elecciones generales. En estos momentos el gobierno de Zapatero depende de Carod, que puede permitirse el lujo de decidir sobre asuntos que solamente conciernen a los valencianos, o en otro momento podría decidir sobre cuestiones gaditanas, pongamos por caso.
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