De nuevo, Telefónica recompra acciones de una empresa que anteriormente sacó a la venta por un precio inferior al que las vendió. Y a la Comisión Nacional del Mercado de Valores le pareció normal el precio de venta y le parece correcto el precio de recompra. En ambos casos el procedimiento se ha ajustado a las normas del Mercado. Pero no se puede dejar de pensar que si no hubiera sido Telefónica la matriz esos valores difícilmente hubieran alcanzado ese precio de salida. Telefónica reconoce, implícitamente, que se equivocó al lanzarlas al mercado y repercute el precio del fracaso en quienes confiaron en ella. Hizo negocio al venderlas y vuelve a hacerlo al recomprarlas. Los pequeños accionistas que acudieron a ambas OPV, la de Terra y la Telefónica Móviles, no tuvieron, por lo común, noticia de Juan Villalonga hasta que fue nombrado presidente de Telefónica. Confiaron en la empresa. Y no mucho más sabían de César Alierta. Quizá, si los hubieran conocido algo más, hubieran podido prever lo que sucedería y no hubieran aceptado la OPV en principio y en caso de haberlo hecho, equivocadamente, como se ha visto luego, se hubieran desprendido enseguida de esos títulos, para invertir ese dinero de modo menos azaroso
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