El Congreso ha aprobado la Ley de Reproducción Asistida, que ha suscitado muchas críticas de inmediato. Lo que ocurre es que la dignidad se considera asociada al dinero y a la posición social, no a la condición humana en sí. Sé de un minúsvalido, que mantiene una familia, que sufre un acoso moral brutal desde hace muchos años y los organismos que teóricamente deberían velar por su dignidad y su salud se ríen de él, las autoridades eclesiásticas no quieren saber nada, y los grandes personajes se desentienden. No creo que haya nadie dispuesto a enfrentarse con quienes se tendría que enfrentar para defenderlo. Ya conté la aventura laboral de Luis Melero. Y también lo de la niña que padece una enfermedad grave y que depende de la caridad del ayuntamiento de su ciudad. Hay cientos de miles de minusválidos deseando asomarse a la vida. Otros cientos de miles de trabajadores explotados y acosados moralmente, que ni siquiera denuncian su situación, porque creen que no merece la pena. Si yo no hubiera podido escribir lo que antecede, quizá sería más fácil de defender la postura de quienes no están de acuerdo con esa ley. Lo que no se puede es empezar la casa por el tejado.
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