Yo no sé si el pilar más firme que sostiene la convivencia humana y también la democracia es la fe en la justicia.
Dicen que el código penal español tiene como objetivo la reinserción social y no la venganza.
Hoy he leído dos noticias relacionadas con condenas a penas de cárcel. La primera es un artículo de Alfonso Rojo, en el que se refiere a los siete años de cárcel a que han sentenciado a Taysir Alony. Y el otro, es una noticia que da el diario Las Provincias, en donde se da cuenta de que a un joven, casado y con hijos de corta edad, perfectamente insertado en el mundo laboral y social, ha sido condenado a nueve años de prisión, siete años después de haber cometido un delito que niega.
Todo indica que se ha reinsertado solo, sin que el Estado haya tenido que desembolsar ni un euro en tal menester. Incluso tiene una carta del alcalde de la ciudad en la que reside, avalando su buena conducta. No obstante, lo van a encarcelar, acaso para aplicarle un programa de reinserción.
Considero que el tráfico de drogas es un delito muy grave, que hay que perseguir y tratar con contundencia. Y que un juez no tiene el porqué creerse todas las excusas que le den quienes son sorprendidos con grandes cantidades de droga en su poder.
Pero en este caso no ha habido reincidencia, según todos los indicios.
La maquinaria de la justicia nos sorprende con su excesiva blandura en algunos casos, mientras que en otros parece carente del sentido de la clemencia.
¿Qué se puede hacer para que los hijos de este hombre puedan seguir viendo a su padre en casa? ¿Hay alguna solución que permita que pueda seguir acudiendo a su trabajo, para seguir alimentando a sus hijos?
Dicen que el código penal español tiene como objetivo la reinserción social y no la venganza.
Hoy he leído dos noticias relacionadas con condenas a penas de cárcel. La primera es un artículo de Alfonso Rojo, en el que se refiere a los siete años de cárcel a que han sentenciado a Taysir Alony. Y el otro, es una noticia que da el diario Las Provincias, en donde se da cuenta de que a un joven, casado y con hijos de corta edad, perfectamente insertado en el mundo laboral y social, ha sido condenado a nueve años de prisión, siete años después de haber cometido un delito que niega.
Todo indica que se ha reinsertado solo, sin que el Estado haya tenido que desembolsar ni un euro en tal menester. Incluso tiene una carta del alcalde de la ciudad en la que reside, avalando su buena conducta. No obstante, lo van a encarcelar, acaso para aplicarle un programa de reinserción.
Considero que el tráfico de drogas es un delito muy grave, que hay que perseguir y tratar con contundencia. Y que un juez no tiene el porqué creerse todas las excusas que le den quienes son sorprendidos con grandes cantidades de droga en su poder.
Pero en este caso no ha habido reincidencia, según todos los indicios.
La maquinaria de la justicia nos sorprende con su excesiva blandura en algunos casos, mientras que en otros parece carente del sentido de la clemencia.
¿Qué se puede hacer para que los hijos de este hombre puedan seguir viendo a su padre en casa? ¿Hay alguna solución que permita que pueda seguir acudiendo a su trabajo, para seguir alimentando a sus hijos?
1 comentario:
SALUDOS DESDE EL CARIBE EN:
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Hola Vicente. Ese es el dilema que se establece ante las leyes. Ellas no sólo condenan al reo, también a su familia. Lo mejor es trabajar sobre las causas que inciden en la delincuencia.
¿Sabías que en las cárceles de aquí funcionan aulas incluso universitarias? Me imagino que ningún medio de prensa en el mundo haya dicho esto, pero es cierto.
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