Allá por los últimos años de la dictadura era muy frecuente que se hablara de la democracia y sus virtudes. Muchos habían tenido que emigrar a otros países europeos y cuando volvían de vacaciones disfrutaban contando las maravillas políticas de los países en que vivían. En algunas sociedades privadas comenzaron a elegir a sus directivos mediante votación democrática.
En alguno de esos, el elegido presidente comenzó a actuar despóticamente. Al reprochársele su actuación, dijo: Como tengo la mayoría hago lo que quiero.
Han pasado los años y muchas cosas siguen igual. Como si la democracia consistiera en votar y ya está. Y no sólo eso, sino que la bandera del sectarismo ondea desvergonzada, segura del gran número de sus adeptos.
Se distingue a los sectarios porque no tratan de indagar en la verdad de las cosas, y ni siquiera de convencer, sino de apabullar. Tratan de vencer al hipotético contrario, porque necesitan tener "personas equivocadas" enfrente a las que hacer pagar sus errores.
Son errores que persisten en el tiempo y que están muy alejados del comportamiento democrático.
En alguno de esos, el elegido presidente comenzó a actuar despóticamente. Al reprochársele su actuación, dijo: Como tengo la mayoría hago lo que quiero.
Han pasado los años y muchas cosas siguen igual. Como si la democracia consistiera en votar y ya está. Y no sólo eso, sino que la bandera del sectarismo ondea desvergonzada, segura del gran número de sus adeptos.
Se distingue a los sectarios porque no tratan de indagar en la verdad de las cosas, y ni siquiera de convencer, sino de apabullar. Tratan de vencer al hipotético contrario, porque necesitan tener "personas equivocadas" enfrente a las que hacer pagar sus errores.
Son errores que persisten en el tiempo y que están muy alejados del comportamiento democrático.
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